Es costumbre entre los que llevan largo tiempo en el desierto aficionarse a degustar esa clase de espejismos que a las ganas de comer les suman el hambre, una experiencia extrema de la que unos vuelven predicadores -y dotados de una práctica joroba adaptativa- y otros con la capacidad de pestañear perdida. «Bajo los adoquines está la playa. ¿Y qué es el desierto sino una enorme playa? El mar está ahí, sólo un poco más lejos: más allá» dicen los predicadores mientras los que han perdido la capacidad de pestañear, incapaces también de enfocar cosas y asuntos cercanos, otean el horizonte sin esperanza ni deseo: las lagrimas que bañan sus ojos para compensar la falta de pestañeo están más allá del sentimiento, son sólo otro espejismo que la necesidad vuelve crónico, la vana expresión del nirvana de un desterrado que lleva el mar adentro
Mar Adentro es una serie de fotografía acompañada de un texto que inicié en la primavera de 2014